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Pocas cosas pueden ser tan polémicas y estar tan trufadas de tópicos, prejuicios y sexismo como una conversación sobre las diferencias entre el cerebro masculino y el femenino. Muchos estudios que llegan a conclusiones como que ellas son mejores haciendo varias cosas a la vez (lo que se conoce como multitarea) o que ellos son imbatibles leyendo mapas se basan en una pequeña muestra, en la que puede influir el azar. Otras veces, las interpretaciones corren el riesgo de estar sesgadas por las propias creencias y estereotipos de los científicos. Al fin y al cabo, también son humanos. Y aunque el estudio sea perfecto, esas variaciones entre sexos son estadísticas, tan solo un promedio, lo que significa que, por ejemplo, la diferencia en la capacidad matemática entre dos mujeres puede ser mucho más grande que la que existe entre una mujer y un hombre.
Teniendo todo eso en cuenta, una nueva investigación publicada en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS) vuelve poner de relieve lo que distingue a los dos sexos, en contra de otros trabajos. El estudio, el más grande de su tipo que se haya hecho jamás, utilizó datos de casi 700.000 personas en Reino Unido, incluidas más de 36.000 personas autistas, que respondieron a una encuesta online realizada para el documental “¿Eres autista?” de la cadena de televisión Channel 4. Liderado entre otros por Simon Baron Cohen, del Centro de Investigación del Autismo en Cambridge, parece confirmar dos controvertidas teorías psicológicas propuestas por este investigador hace ya dos décadas. La primera, que las mujeres son más empáticas mientras que ellos son mejores sistematizando, es decir, clasificando, analizando o construyendo las reglas del mundo. La segunda, que los trastornos del espectro autista son fruto de un cerebro masculino llevado al extremo.
La empatía es el impulso para reconocer el estado mental de otra persona y responder al mismo con una emoción apropiada. Es lo que hace que podamos escuchar a un amigo angustiado, conectar con él, ponernos en su lugar y prestarle la ayuda que necesita (que no tiene que ser necesariamente, y generalmente no suele serlo, la solución a sus problemas). Pues resulta que, según el informe, esto es algo que las mujeres hacen mejor. Sin embargo, los hombres se llevan la palma sistematizando, analizando o construyendo un sistema, cualquier cosa que siga reglas o patrones.
En el estudio, los participantes recibían lo que los autores llamaron «puntuaciones d». Una puntuación alta significaba que la capacidad de sistematización de una persona es más alta que su empatía. Y una puntuación d baja significa que su empatía es más alta que su sistematización.
Pues bien, los investigadores encontraron que los varones típicos tenían puntuaciones d más altas, al contrario que las féminas típicas, que las tenían más bajas. Y las personas autistas, independientemente de su sexo, superaban incluso a los hombres típicos.
De igual manera, descubrieron que los que trabajaban en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) tenían, en promedio, puntuaciones de rasgos autistas y de sistematización más altas que aquellos en tenían ocupaciones no STEM, que parecían ser más empáticos.
Malas interpretaciones
En el informe, los autores recuerdan que las diferencias encontradas se aplican a grupos, no a individuos. Igualmente, subrayan que los datos no dicen nada sobre una persona en particular según su género, diagnóstico de autismo u ocupación. «Hacer eso constituiría estereotipos y discriminación», recuerdan los investigadores, a lo que “se oponen firmemente”. Además, el equipo reitera que sus resultados se refieren solo a la empatía y la sistematización, por lo que extrapolar las teorías más allá de estas dos dimensiones sería «una mala interpretación».
Estos resultados tampoco implican que las personas autistas carezcan de empatía. La empatía, explican los científicos, tiene dos partes principales: la cognitiva (poder reconocer lo que otra persona está pensando o sintiendo) y la afectiva (tener una respuesta emocional apropiada a lo que otra persona está pensando o sintiendo). Y es solo el primer aspecto de la empatía, también conocido como «teoría de la mente», con el que, en promedio, luchan las personas autistas. Esto significa que no son indiferentes ni crueles, sino que simplemente les cuesta entender las intenciones de otras personas. En este sentido, pueden no entender las indicaciones de la expresión facial o la entonación vocal de alguien e imaginar sus pensamientos. Pero cuando se les dice que esa persona está sufriendo, se sienten motivados para ayudarla. El ejemplo típico de este perfil podría ser el personaje de Sheldon Cooper de la serie de televisión “The Big Bang Theory”, un genio al que le cuesta entender las bromas o el sarcasmo.
Igualmente, los autores advierten de que sus conclusiones no implican que las personas autistas sean hiperhombres. Tienen puntuaciones muy altas en sistematización, pero no siguen otras diferencias típicas de sexo, como la agresividad.
Según los investigadores, su trabajo demuestra que los factores vinculados a ser hombre o mujer dan forma al desarrollo cerebral. Esto no significa que todos los hombres muestren un perfil y todas las mujeres muestren otro, ya que los individuos pueden ser típicos o atípicos para su sexo. Del mismo modo, existe una gran variación dentro del autismo, por lo que esto no significa que todas las personas autistas tengan dificultades con la empatía cognitiva.
Aprendizaje y hormonas
Qué factores causan estas diferencias sexuales psicológicas pueden ser varios, desde la experiencia social y el aprendizaje hasta la biología prenatal. Por ejemplo, las hormonas sexuales prenatales, como la testosterona, se han relacionado con la empatía y la sistematización, y los factores genéticos también se han relacionado con la empatía. Además, el hecho de que las personas autistas muestran un perfil masculino extremo en las pruebas de empatía y sistematización puede ayudar a explicar por qué a más hombres se les diagnostica autismo, aproximadamente dos o tres hombres por cada mujer.
Baron-Cohen cree que este estudio también señala algunas de las cualidades que las personas autistas aportan a la neurodiversidad. “Son, en promedio, fuertes sistematizadores, lo que significa que tienen excelentes habilidades de reconocimiento de patrones, excelente atención a los detalles y una aptitud para entender cómo funcionan las cosas. Debemos apoyar sus talentos para que alcancen su potencial y la sociedad también se beneficie”, afirma.
Fuente: hipertextual.com
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