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Nuestra sociedad, profundamente arraigada en la cultura del plástico, se enfrenta a una crisis silenciosa. Los microplásticos, fragmentos diminutos de un material omnipresente se han infiltrado cada rincón de nuestro planeta, desde las profundidades marinas hasta nuestros propios cuerpos. Este artículo revisará los últimos avances en la comprensión de los mecanismos moleculares que median la interacción entre los microplásticos y nanoplásticos y nuestra fisiología, con especial énfasis en las consecuencias e implicaciones que tienen para la salud humana.
La exposición a nano y microplásticos pueden ocurrir por diversas vías. Estas son las vías de ingreso al cuerpo humano, algunas de ellas se vieron en el artículo pasado, y hasta la fecha están son las conocidas:
A. Ingestión. Consumo de agua, alimentos y bebidas contaminados, especialmente los que proceden del mar mediante la cadena alimentaria. Como ya se vio de una forma más extensa en el Capítulo II, prácticamente, podemos asegurar que todo lo que viene del mar está contaminado, en mayor o menor medida, pero teniendo claro que los microplásticos forman ya parte de nuestra dieta.
B. Inhalación. Respiración de aire contaminado con partículas de plástico provenientes del polvo, la combustión de plásticos y actividades industriales. El aire, como medio ambiental dinámico, actúa como vector de transporte para los microplásticos, extendiendo su presencia desde su punto de origen hacia regiones distantes. La magnitud de esta propagación y sus efectos varían, pudiendo ser locales o alcanzar escalas globales. Si bien los niveles de concentración de microplásticos en el aire no son uniformes, ningún lugar del planeta permanece exento de su presencia. Evidencia científica ha documentado la presencia de microplásticos transportados por el aire en diversas partes del mundo, con especial énfasis en el hemisferio norte. Estudios realizados en Francia, Irán, China, Japón, Vietnam, Nepal, Estados Unidos, Colombia, Arabia Saudita, Corea del Sur, Kuwait, Grecia, Rumania, Pakistán e India han confirmado la ubicuidad de esta contaminación. Investigadores de la Universidad Tecnológica de Sydney, la Universidad de Western Sydney y la Universidad Tecnológica de Queensland (Australia), la Universidad de Urmia y la Universidad Islámica Azad (Irán) y la Universidad de Comilla (Bangladesh) han desarrollado un modelo de dinámica de fluidos computacional para analizar el transporte y depósito de microplásticos en las vías respiratorias superiores, que se ha publicado en la revista 'Physics of Fluids'.
C. Contacto dérmico. Absorción a través de la piel durante el uso de productos cosméticos o el contacto con agua contaminada. Esto es lo que dice un estudio de este mismo año en el medio especializado Enviromental Internacional, donde los investigadores han demostrado sobre modelos en 3D de piel humana que, los retardantes de la llama presentes en los fragmentos de microplásticos pueden penetrar hasta el torrente sanguíneo a través de la piel.
La investigación sobre LOS MECANISMOS MOLECULARES por los que los nanoplasticos interactúan con el cuerpo humano aún está en curso, pero ya se han identificado algunos mecanismos y procesos bioquímicos clave:
Inflamación. La interacción de nanoplásticos con sistemas biológicos desencadena una compleja cascada de eventos moleculares que culminan en respuestas inflamatorias. La morfología irregular y la composición química heterogénea de los nanoplásticos favorecen su interacción con biomoléculas, como proteínas y lípidos de membrana, induciendo daño celular directo. Este daño inicial activa receptores de reconocimiento de patrones, como los receptores tipo Toll (TLRs) y los receptores NOD, los cuales reconocen los componentes de los nanoplásticos como moléculas asociadas a patógenos. La activación de estos receptores desencadena una serie de vías de señalización intracelular que culminan en la producción de moléculas inflamatorias, como citocinas (TNF-α, IL-1β, IL-6) y quimiocinas, amplificando así la respuesta inflamatoria por nuestro sistema inmunitario. La inflamación crónica inducida por nanoplásticos puede contribuir al desarrollo de diversas enfermedades, incluyendo enfermedades pulmonares, cardiovasculares y neurodegenerativas.
Estrés oxidativo. Los radicales libres son moléculas inestables que tienen un electrón no apareado en su capa externa. Debido a esta inestabilidad, buscan estabilizarse tomando un electrón de otras moléculas cercanas. Los nanoplásticos pueden inducir la producción de especies reactivas del oxígeno (ROS) y nitrógeno (RNS), a través de la activación de la NADPH oxidasa y la inhibición de las enzimas antioxidantes. El exceso de ROS y RNS daña lípidos, proteínas y ADN, desencadenando estrés oxidativo y perpetuando el proceso inflamatorio. La acumulación crónica de daño celular debido a radicales libres se asocia con enfermedades cardiovasculares como la aterosclerosis o la hipertensión, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson o el cáncer, ya que las mutaciones en el ADN pueden desencadenar el crecimiento descontrolado de células cancerosas.
Disrupción endocrina. Quedaos con esta palabra: Disruptor.No suena demasiado bien, lo sé, pero es la palabra clave para entender cómo los compuestos químicos que componen los microplásticos activan una serie de mecanismos fisiológicos en nuestro cuerpo que, en la mayoría de los casos, nos provocan o nos provocarán una enfermedad. Ha quedado demostrado científicamente, que alteran esta coreografía molecular que estos mensajeros químicos, las hormonas, de tal forma que confunden nuestros procesos biológicos de una forma silenciosa pero dañina.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen unas 800 sustancias químicas sospechosas de actuar como disruptores endocrinos. Sin embargo, la mayoría de ellas no han sido suficientemente estudiadas para determinar su potencial riesgo. Pero la SEEN (Sociedad Español de Endocrinología y Nutrición) en un reciente informe de este mismo año 2024, eleva esa cifra hasta los más de 2.000 contaminantesambientales los que afectan a nuestro sistema endocrino. Entre ellos se encuentran algunos nanoplásticos y microplásticos contienen aditivos químicos que pueden interferir con el sistema hormonal, afectando el desarrollo, la reproducción y el metabolismo.
La disrupción endocrina inducida por nanoplásticos y microplásticos constituye un emergente desafío para la salud humana. Estas partículas, de dimensiones microscópicas poseen la capacidad de penetrar barreras biológicas y alcanzar tejidos profundos, interactuando con el complejo sistema endocrino. La similitud estructural de ciertos componentes plásticos con hormonas endógenas facilita la mimesis hormonal, desencadenando una cascada de eventos fisiológicos anómalos. Además, la capacidad de los micro y nanoplásticos para unirse a receptores hormonales bloquea la acción de las hormonas endógenas, comprometiendo la homeostasis hormonal. Consecuentemente, se observan efectos adversos en múltiples sistemas orgánicos, incluyendo alteraciones reproductivas, del desarrollo, metabólicas y neurológicas.
Numerosos compuestos químicos presentes en los plásticos han sido identificados como disruptores endocrinos. Entre los más conocidos se encuentran:
- Bisfenol A (BPA): Ampliamente utilizado en la producción de plásticos policarbonatos y resinas epoxi, se encuentra en biberones, botellas de bebidas, envases de alimentos, revestimientos de latas y un largo etcétera. Es el más conocido y estudiado por los científicos. BPA se une a los receptores de estrógeno de las células, puede imitar el estrógeno, y puede tanto amplificar los efectos del estrógeno como bloquear la acción de esta hormona al no permitir que se una a los receptores. Muestra efectos divergentes similares cuando se une a los receptores de las hormonas tiroideas, lo que confiere al BPA la capacidad de aumentar o reducir los efectos de estas hormonas. Se le ha asociado con problemas de fertilidad, alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso y un mayor riesgo de cáncer.
- Ftalatos: Empleados como plastificantes para aumentar la flexibilidad de los plásticos, los famosos envases PET (Tereftalato de polietileno), los ftalatos se encuentran en una amplia variedad de productos, desde juguetes hasta envases de alimentos. Se han relacionado con problemas reproductivos, trastornos del desarrollo infantil y alteraciones hormonales.
- Perfluorooctano sulfonato (PFOS) y ácido perfluorooctanoico (PFOA): Estos compuestos se utilizan en la fabricación de productos resistentes a las manchas y al agua, como teflón y embalajes de alimentos. Se han asociado con problemas de tiroides, cáncer y efectos sobre el sistema inmunológico.
- Bifenilos policlorados (PCB): Aunque su uso está prohibido en muchos países, los PCB todavía pueden encontrarse en el medio ambiente debido a su persistencia. Existen 12 PCB llamados "de tipo dioxina" que también pueden ser tóxicos y no-tóxicos. Un PCB "de tipo dioxina" es, por ejemplo, el 3,4,4',5-Tetraclorobifenilo.
Bioacumulación. Los nanoplásticos pueden ser absorbidos por las células a través de varios mecanismos, como la endocitosis y la fagocitosis. Una vez dentro de las células, los nanoplásticos pueden interactuar con orgánulos y biomoléculas, lo que puede provocar efectos tóxicos. Una vez ingeridos, los microplásticos y nanoplásticos pueden penetrar en los tejidos, desplazarse a otras partes del cuerpo y afectar potencialmente vías celulares importantes, como receptores de quimioquinas que controlan la comunicación entre el feto y la madre. Los microplásticos y nanoplásticos pueden acumularse en los tejidos corporales a lo largo del tiempo, como por ejemplo el cerebro, lo que aumenta el riesgo de efectos tóxicos a largo plazo. Una vez en el cuerpo, no se degradan fácilmente debido a su estructura resistente. También se acumulan en tejidos como el hígado, los riñones, el sistema linfático y el tejido adiposo. Los nanoplasticos, partículas de plástico de menos de 100 nm pueden unirse a proteínas y lípidos en el cuerpo.
Disfunción mitocondrial. Los nanoplasticos pueden dañar las mitocondrias, encargadas de la respiración celular, una especie de centrales eléctricas biológicas. El daño mitocondrial puede provocar una disminución de la producción de energía celular y la muerte celular. La disfunción mitocondrial inducida por nanoplásticos emerge como un mecanismo clave en la toxicidad de estas partículas a nivel celular. La mitocondria, la central energética de la célula, es un orgánulo altamente susceptible al daño inducido por nanoplásticos. Estos pueden interactuar con la membrana mitocondrial externa e interna, alterando su permeabilidad y desencadenando la liberación de citocromo C y otras proteínas proapoptóticas al citosol, lo que conduce a la activación de caspasas y la apoptosis celular. Además, los nanoplásticos pueden inhibir la cadena transportadora de electrones, reduciendo la producción de ATP y aumentando la generación de especies reactivas del oxígeno (ROS). El exceso de ROS daña lípidos, proteínas y ADN mitocondrial, lo que desencadena un ciclo vicioso de daño y disfunción mitocondrial.
La disfunción mitocondrial inducida por nanoplásticos se ha asociado con una variedad de enfermedades, incluyendo enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares y cáncer. La comprensión de los mecanismos moleculares subyacentes a esta disfunción es esencial para el desarrollo de estrategias terapéuticas y preventivas.
Alteración de la expresión génica. Los nanoplásticos pueden alterar la expresión de genes, lo que puede tener una serie de efectos y provocar una disfunción celular. Los cambios en la expresión génica pueden contribuir al desarrollo de enfermedades como el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas. La alteración de la expresión génica inducida por nanoplásticos representa un mecanismo fundamental en la toxicidad de estas partículas. Los nanoplásticos pueden interactuar con diversos componentes celulares, como el ADN, la cromatina y los factores de transcripción, modulando así la expresión génica:
- Interacción directa con el ADN: Los nanoplásticos pueden unirse directamente al ADN, induciendo daño oxidativo y roturas de doble cadena, lo que a su vez inactiva mecanismos de reparación del ADN y puede conducir a mutaciones y alteraciones epigenéticas.
- Alteración de la estructura de la cromatina: Los nanoplásticos pueden modificar la estructura de la cromatina, alterando la accesibilidad de los factores de transcripción a los genes y, por lo tanto, modulando su expresión.
- Modulación de factores de transcripción: Los nanoplásticos pueden interactuar con factores de transcripción, alterando su actividad y afectando la expresión de genes diana.
- Activación de vías de señalización: Los nanoplásticos pueden activar diversas vías de señalización, como las vías MAPK y NF-κB, que a su vez regulan la expresión de genes implicados en la inflamación, el estrés oxidativo y la apoptosis.
- Alteración de microARNs: Los nanoplásticos pueden afectar la biogénesis y la función de los microARNs, pequeños ARN no codificantes que regulan la expresión de múltiples genes.
- Efectos epigenéticos: Los nanoplásticos pueden inducir cambios epigenéticos, como la metilación del ADN y las modificaciones de las histonas, que pueden alterar la expresión génica de manera heredable.
La alteración de la expresión génica inducida por nanoplásticos tiene implicaciones de gran alcance para la salud humana, ya que puede conducir a una variedad de efectos adversos, incluyendo el desarrollo de cáncer, enfermedades neurodegenerativas y trastornos metabólicos. La comprensión de los mecanismos moleculares subyacentes a estos efectos es esencial para el desarrollo de estrategias terapéuticas y preventivas.
Neurotoxicidad. La neurotoxicidad inducida por nanoplásticos representa un creciente campo de investigación debido a la creciente exposición humana a estas partículas. Los nanoplásticos pueden cruzar la barrera hematoencefálica y entrar en el cerebro, donde pueden causar neurotoxicidad. Los mecanismos moleculares subyacentes a esta toxicidad son complejos e involucran una serie de eventos interrelacionados. La entrada de nanoplásticos al sistema nervioso central puede ocurrir a través de diferentes vías, incluyendo la inhalación, la ingestión y el transporte a través de la barrera hematoencefálica. Una vez en el cerebro, los nanoplásticos pueden inducir daño neuronal directo a través de mecanismos como la peroxidación lipídica, la formación de poros en las membranas celulares y la activación de procesos apoptóticos. Además, los nanoplásticos pueden desencadenar respuestas inflamatorias en el tejido cerebral, promoviendo la producción de citocinas proinflamatorias y quimiocinas, lo que a su vez puede exacerbar el daño neuronal. Además, los nanoplásticos pueden interferir con la neurotransmisión, alterando la síntesis, el almacenamiento y la liberación de neurotransmisores. Esto puede conducir a desequilibrios neuroquímicos y a la disfunción de circuitos neuronales. La neurotoxicidad inducida por nanoplásticos se ha asociado con una variedad de enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. La comprensión de los mecanismos moleculares subyacentes a esta toxicidad es esencial para el desarrollo de estrategias terapéuticas y preventivas.
Alteración de la Microbiota. En este aspecto el Dr. Ignacio Perez-Goñi, doctor en Biología y catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra y autor del libro: Microbiota: los microbios de tu organismo es tajante y directo: “nuestra salud depende de nuestras bacterias” Tenerlas “contentas”, darles un ambiente favorable, buena alimentación (los llamados prebióticos) y pocos disgustos (excesos de grasas, azúcares, cortisol o adrenalina) es esencial para tener una buena salud. La microbiota, esa comunidad de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo, no sólo en nuestros intestinos, juega un papel crucial en nuestra salud. La interacción entre los nanoplásticos y la microbiota intestinal es un campo de investigación en constante evolución, pero que ha avanzado enormemente en los últimos años y aunque aún se desconocen muchos detalles, se han propuesto varios mecanismos moleculares que podrían explicar esta alteración:
1. Daño directo a las bacterias.
- Desequilibrio microbiano: Esto puede llevar a un desequilibrio que se ha asociado con diversas enfermedades, como trastornos inflamatorios intestinales y obesidad. Los nanoplásticos pueden alterar la composición de la microbiota, favoreciendo el crecimiento de ciertas cepas bacterianas y perjudicando a otras.
- Disrupción de las funciones microbianas: Los nanoplásticos pueden interferir con las funciones esenciales de las bacterias intestinales, como la digestión de nutrientes y la producción de vitaminas.
- Perforación de membranas celulares: Los nanoplásticos pueden perforar las paredes celulares bacterianas, lo que lleva a la liberación de contenido celular y, en última instancia, a la muerte celular.
- Estrés oxidativo: La interacción de los nanoplásticos con las células bacterianas puede generar especies reactivas de oxígeno, causando daño oxidativo al ADN bacteriano, proteínas y lípidos.
- Interferencia en procesos metabólicos: Los nanoplásticos pueden adsorber nutrientes esenciales o interferir con enzimas clave involucradas en el metabolismo bacteriano, alterando así su crecimiento y función.
2. Modulación de la respuesta inmune.
- Activación de la respuesta inflamatoria: La presencia de nanoplásticos en el intestino puede desencadenar una respuesta inflamatoria, lo que a su vez puede alterar la composición y función de la microbiota.
- Aumento de la permeabilidad intestinal: Los nanoplásticos pueden dañar la barrera intestinal, lo que permite que sustancias nocivas y patógenos ingresen al torrente sanguíneo, lo que a su vez puede afectar la composición de la microbiota. puede desencadenar respuestas inflamatorias y aumentar el riesgo de enfermedades autoinmunes.
3. Alteración de la comunicación celular.
- Interferencia en la señalización celular: Los nanoplásticos pueden interferir con las vías de señalización celular tanto en las bacterias como en las células del huésped, lo que puede alterar la comunicación entre ellas y afectar la composición de la microbiota.
- Modificación del quorum sensing: El quorum sensing es un sistema de comunicación bacteriana que permite a las bacterias coordinar su comportamiento. Los nanoplásticos pueden interferir con este proceso, alterando la dinámica de las comunidades bacterianas.
4. Transporte de Contaminantes.
- Acumulación de contaminantes: Los nanoplásticos pueden adsorber otros contaminantes presentes en el medio ambiente, como metales pesados o compuestos orgánicos persistentes. Estos contaminantes pueden ser tóxicos para las bacterias y alterar su función.
- Transporte de contaminantes al interior de las células: Los nanoplásticos pueden transportar estos contaminantes al interior de las células bacterianas, causando daño celular directo.
Respecto a su IMPACTO EN LA SALUD HUMANA, la exposición a los microplásticos se ha relacionado con una variedad de problemas de salud. Aunque no nos demos cuenta y nos pueda resultar difícil de creer, respiramos, comemos y bebemos microplásticos cada día hasta un total de 5 gramos a la semana, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito, según un estudio de la Universidad de Medicina de Viena (MedUni). Veamos algunos de estos estudios relevantes y pruebas científicas de como estas micropartículas plásticas nos están afectando más de lo que parece:
Enfermedades respiratorias: La inhalación de microplásticos puede causar inflamación pulmonar y empeorar enfermedades respiratorias preexistentes. Un estudio publicado en la revista Particle and Fiber Toxicology, demostró que los nanoplásticos de polietileno pueden dañar el ADN de las células pulmonares humanas e inducir la producción de citocinas. Otras investigaciones realizadas en la Universidad de Hull (Reino Unido), demostró lo intrusivas que pueden ser las partículas en el aire. Aunque los científicos esperaban encontrar fibras de plástico en los pulmones de los pacientes quirúrgicos (investigaciones anteriores las habían documentado en cadáveres), se quedaron sorprendidos al encontrar el mayor número, de diversas formas y tamaños, incrustadas en lo más profundo del lóbulo inferior del pulmón. Una de las fibras medía dos milímetros. "No se esperaría encontrar microplásticos en las partes más pequeñas del pulmón con el diámetro más pequeño", dice la ecóloga ambiental Jeannette Rotchell. El estudio permite a su equipo pasar al siguiente nivel de preguntas y realizar estudios de laboratorio utilizando células o cultivos de tejidos de células pulmonares para descubrir los efectos de los microplásticos que encontraron.
Enfermedades gastrointestinales: La ingestión de microplásticos se ha asociado con inflamación intestinal, trastornos del sistema inmunológico y alteraciones en la microbiota intestinal como se ha visto anteriormente. A pesar de que el 90% de los microplásticos que llegan a los intestinos serán excretados por la vía natural, queda un 10% restante que se fragmentará en nanoplásticos capaces de alterar o modificar mecanismos moleculares en nuestras células e impactar en nuestra salud.. La relación entre los microplásticos y la microbiota no es para nada un tema desconocido para ciencia y la medicina, este artículo del año 2020 de la Universidad Autónoma de Barcelona ya alertaba sobre su impacto en la salud humana. Más recientemente, se han desarrollado estudios sobre la biodegración de estos polímeros durante la digestión y su impacto en la microbiota colónica.
Enfermedades cardiovasculares: La presencia de microplásticos en el torrente sanguíneo puede contribuir al desarrollo de aterosclerosis y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Los trabajos presentados en 2023 ya muestran los primeros efectos perjudiciales de la contaminación plástica sobre la función cardiovascular en la fauna acuática.
Otro estudio recientemente publicado en la revista Environmental Health Perspectives encontró que las personas con niveles más altos de microplásticos en la sangre tenían un mayor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares. Los pacientes con plásticos microscópicos en sus arterias multiplican por 4,5 su riesgo de infarto, ictus y muerte según revela un estudio de marzo de este mismo año en la revista médica New England Journal of Medicine. Dick Vethaak, profesor emérito de ecotoxicología de la Universidad Libre de Ámsterdam y coautor de un estudio sobre la sangre y los microplásticos, no considera que sus resultados sean alarmantes, exactamente, "pero, sí, deberíamos estar preocupados. Los plásticos no deberían estar en la sangre".
Enfermedades neurodegenerativas: Estudios preliminares sugieren una posible conexión entre la exposición a microplásticos y enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson. En una reciente investigación llevada a cabo en el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, los expertos descubrieron una bioacumulación de microplásticos especialmente preocupante en muestras de cerebros humanos. Los órganos estudiados pertenecían a personas que habían muerto y a quienes se les practicó una autopsia. El examen de los hígados, los riñones y los cerebros reveló que todos contenían microplásticos, pero las 91 muestras de cerebro contenían en promedio entre 10 y 20 veces más microplásticos que los demás órganos, lo que demuestra, y preocupa, la facilidad de estas partículas para atravesar la barrera hematoencefálica.
Cáncer: Si bien la investigación aún se encuentra en sus primeras etapas, existen evidencias que sugieren una posible relación entre la exposición a microplásticos y nanoplásticos y el desarrollo de cáncer. Algunos estudios han demostrado un posible vínculo entre la exposición a microplásticos y el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Un estudio realizado en placas de laboratorio sugiere que los microplásticos pueden permanecer en el cuerpo más tiempo de lo que los científicos pensaban y contribuir a la propagación del cáncer cuando están dentro de los tumores. Y es esa prevalencia en los sistema cardiovascular, nervioso o respiratorio la que más preocupa a médicos y científicos, ya que por sí solos estos microcompuestos no sería responsables directos del desarrollo de tumores malignos, pero sí de crear un ambiente citotóxico y que aumentara las probabilidades de que estos se desarrollaran. A falta de estudios epidemiológicos, los impactos toxicológicos de los microplásticos en células humanas pueden avanzarnos conocimiento y evidencias científicas sobre esta “terrorífica” relación entre el cáncer y los microplásticos.
Disfunciones reproductivas masculinas: La presencia de microplásticos en el aparato reproductor masculino plantea serios interrogantes sobre su impacto en la salud reproductiva. Aunque se necesitan más estudios para comprender completamente las consecuencias a largo plazo, los científicos han identificado algunas posibles implicaciones como la disminución de la calidad del esperma, ya que se han encontrado microplásticos en los testículos y algunos estudios sugieren una correlación entre la exposición a microplásticos y una disminución en el recuento de espermatozoides, así como alteraciones en su movilidad y morfología. Otras investigaciones también han encontrado microplásticos en el músculo liso del pene, lo que podría afectar su funcionamiento y contribuir a la disfunción eréctil.
Trastorno del Espectro Autista. Diversos estudios en roedores han encontrado una asociación entre la exposición a microplásticos (exposición prenatal al Bisfenol A) durante el embarazo y un mayor riesgo de desarrollar autismo, distinguiendo si la cría era macho o hembra. Se han identificado varios mecanismos genéticos a través de los cuales los microplásticos podrían influir en el desarrollo neurológico del feto. Este es el primer estudio que demuestra que la exposición prenatal al BPA altera los genes candidatos a TEA que están involucrados en la viabilidad neuronal, la neurogénesis y el aprendizaje/memoria y que los cambios en la expresión de estos genes están correlacionados con las características neuronales y los comportamientos alterados en respuesta al BPA de una manera dependiente del sexo.
Trastornos del desarrollo fetal: La placenta, ese órgano vital que conecta a la madre y al feto, actúa como un filtro natural, protegiendo al bebé de sustancias nocivas. Sin embargo, una nueva investigación en la Universidad de Nuevo México han revelado que los microplásticos pueden atravesar esta barrera, llegando al torrente sanguíneo fetal. Si bien se desconocen los efectos a largo plazo de esta exposición, investigaciones preliminares sugieren que podrían estar asociados con retraso en el crecimiento fetal, alteraciones en el sistema inmunológico del feto o daño celular, lo que podría tener consecuencias a largo plazo para la salud del bebé. La leche materna, el alimento perfecto para los recién nacidos, también se ha visto afectada por la contaminación por microplásticos y nanoplásticos. Estudios científicos han detectado la presencia de estas partículas en la leche materna de mujeres de diversas partes del mundo. Aunque se necesita más investigación para comprender las implicaciones de esta contaminación, se teme que los bebés expuestos a microplásticos a través de la leche materna puedan sufrir efectos similares a los fetos expuestos durante su desarrollo en la placenta.
¿Y si todo este tsunami de alergias e intolerancias alimentarias, pieles atópicas, asma, colon irritable o la EII (enfermedad del intestino irritable) y un sinfín de enfermedades de etiología desconocida tuvieran relación con estas nanopartículas?
¿Estarían asociadas estas enfermedades a los cambios endocrinos, inmunológicos o microbiológicos provocados por los nano y microplásticos y todos los compuestos químicos que los acompañan?
¿Habría que redirigir los diagnósticos de estas dolencias y aumentar el campo de visión y búsqueda de su etiología en el plástico?
¿Cómo interacciona el sistema inmunológico con este tipo de micropartículas?
Quedan muchas preguntas por responder, pero será sólo cuestión de tiempo que la ciencia médica comience a dar respuestas y posibles estrategias médicas o farmacológicas ante esta “pandemia plástica” que se nos avecina. De hecho, ya existe una palabra para esta intoxicación o contaminación por microplásticos: PLASTICEMIA.
Ya ha quedado demostrado que alteran desde nuestra microbiota, nuestro sistema endocrino, pueden atravesar la barrera hematoencefálica o la placenta y que son capaces de entrar a través de los microporos de la piel, pero es importante recordar que la investigación sobre los microplasticos y nanoplásticos es un campo en constante evolución y que se necesitan más investigaciones para comprender completamente los mecanismos de acción y los efectos a largo plazo de estas partículas en el cuerpo humano. Sin embargo, la evidencia científica disponible sugiere que estas partículas plásticas tienen un impacto negativo en la salud, por lo que es importante tomar medidas para reducir la exposición y proteger la salud pública.
Aunque no es, ni será nada fácil tender hacia una vida menos plastificada, si nos debería preocupar qué dicen las máximas autoridades en Seguridad Alimentaria y Salud a nivel nacional, europeo y mundial en base a todo lo visto hasta ahora...
¿Te gustaría saber qué opinan, qué dicen organismos como FAO, OMS, EFSA, FDA, AESAN, SAMR o FSSAI sobre los microplásticos y nanoplásticos y su impacto en la cadena alimentaria y la salud humana? ¿Cuál es su preocupación en los alimentos que cogemos diariamente de los lineales de supermercados?
Todo esto y mucho más en mi siguiente capítulo.
Gracias y hasta pronto.
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