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Escribe para The New Yorker, Jia Tolentino, documentadas historias de varias personas --Una conductora embarazada de nueve meses, por ejemplo-- que contribuyen a las compañías que trabajan en el modelo de economía GIG. A través de estas historias, Tolentino subraya un patrón que cada vez se da más en el Valle del Silicio (y en otros lugares) donde las empresas ofrecen contratos laborales a las personas, les pagan "maníes" (con poco pasivo) y encuentran una razón para celebrar su negocio y animar más gente a Venir a bordo.
Fiverr, que había recaudado 110 millones de dólares en capital riesgo para noviembre de 2015, tiene más información sobre la campaña "In Doers We Trust" en su sitio web. En un video, con una voz femenina apasionada insta a los "hacedores" a "estar siempre disponibles", a pensar en vencer a "los niños de los fondos fiduciarios" ya lanzarse a todos los que ven, incluyendo a su dentista. Un comunicado de prensa de Fiverr acerca de "In Doers We Trust" afirma: "La campaña posiciona a Fiverr para aprovechar el espíritu emergente de flexibilidad emprendedora, experimentación rápida y hacer más con menos, empujando contra el overthinking burocrático, el análisis-parálisis y el exceso de whiteboarding. " Esta es la jerga a través de la cual la naturaleza esencialmente caníbal de la economía gig se viste como una estética. Nadie quiere comer café para el almuerzo o ir en un bender de la privación de sueño - o responder a una llamada de un cliente mientras tiene relaciones sexuales, como se recomienda en el video. Es un estiramiento para sentirse alegre en todo sobre el mercado de Fiverr, leyendo los miles de listados de personas que grabarán cualquier canción, hacer cualquier video de cumpleaños feliz, o diseñar cualquier portada de libro por cinco dólares. Supongo que un montón de las personas que anuncian servicios en Fiverr aceptaría algunos "whiteboarding" a cambio de seguro de salud patrocinado por el empleador. En la raíz de esto está la obsesión americana con la autosuficiencia, que hace más aceptable aplaudir a un individuo para trabajar él mismo a la muerte que argumentar que un individuo que se trabaja a la muerte es evidencia de un sistema económico defectuoso. El contraste entre la retórica de la gig economy (todo el mundo está siempre conectándose, divirtiéndose y matándolo) y las condiciones que le permiten existir (una falta de empleo confiable que paga un salario digno) hace que esta torcedura en nuestro pensamiento sea especialmente clara.
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